En los recientes estudios se encuentra una Bogotá altamente afectada por la contaminación visual, deteriorando el paisaje urbano y sensiblemente reducida la calidad de vida de los ciudadanos llevando a muchos de ellos a vivir estados de estrés y ansiedad, debido a la saturación e instalación de vallas de manera indiscriminada, utilizando en muchos casos el espacio público y en otros, afectando zonas residenciales.
Un diagnóstico realizado por el DAMA, evidenció que la contaminación visual en Bogotá sobrepasa los 6.146 metros cuadrados, esto equivale a 770 vallas de 8 mts2. Las localidades más afectadas por la contaminación visual son las de Usaquén (1.357 mts2), Suba (1.321 mts2), Puente Aranda (1.068 mts2), Chapinero (816 mts2) y Fontibón (737 mts2). Lo anterior, debido al abuso en el número de vallas en un mismo punto de la ciudad, originando con ello contaminación visual, desorden y contraste negativo con las diferentes formas de la arquitectura. Con frecuencia, para la instalación y mantenimiento de la publicidad visual exterior en espacios públicos, se procede a la poda y en algunos casos la tala de vegetación, cambiando un elemento vivo, que contribuye a la oxigenación y descontaminación aérea de la ciudad, por un elemento artificial que no cumple ninguna función dentro del ecosistema urbano.
Las fachadas de las edificaciones se cubren, obstruyendo las ventanas o los elementos traslúcidos que permiten el acceso de luz y aire a los espacios interiores de las construcciones. Este fenómeno genera unas condiciones insalubres dentro las edificaciones, pues la falta de buena ventilación y de iluminación natural fomenta la humedad y la proliferación de hongos y otros microorganismos perjudiciales para la salud, constituyéndose en focos de infecciones y enfermedades, especialmente del sistema respiratorio.
Contaminación Auditiva
Entre los múltiples problemas que azotan a Bogotá y frente a los cuales no se encuentran acciones por parte de la administración para corregirse, está la contaminación por ruido. Prueba de ello es que al realizarse seguimiento a 2.035 establecimientos de entretenimiento y diversión, 122 (60%) no cumplen con la norma establecida.
En los establecimientos de tipo industrial, las principales fuentes que contaminan el exterior corresponden a los sistemas de ventilación, extractores, plantas eléctricas, compresores, grupos energéticos, sistemas de transporte de fluidos, que no cuentan con adecuado cerramiento o confinamiento de sus procesos y permiten que las emisiones acústicas se dispersen hacia las zonas cercanas. Las industrias que se perfilaron como las más generadoras de ruido fueron el sector petrolero, el sector textil y el sector metalmecánico.. Las más altas intensidades de ruido se registran en las intersecciones viales de tráfico automotor, circunstancia que señala al parque automotor como la principal fuente de contaminación por ruido. Las más recientes mediciones muestran que en las zonas residenciales y comerciales los niveles sonoros son superiores a la norma.
El DAMA y las 19 Alcaldías Locales urbanas de la ciudad carecen de los equipos y del personal idóneo para hacer un control efectivo a la contaminación auditiva generada por los establecimientos comerciales de entretenimiento y diversión abiertos al público. Un estudio de la Personería de Bogotá determinó que en el Departamento Técnico hay cinco sonómetros operados por un funcionario de planta y dos contratistas, quienes también deben apoyar a las alcaldías locales y hacer las mediciones de contaminación auditiva de industrias, lo cual es insuficiente para adelantar una gestión idónea en una ciudad de más de siete millones de habitantes. La veeduría realizada por la Personería de Bogotá, estableció también, que en las localidades de Kennedy, Suba, Engativá, Barrios Unidos y Puente Aranda se reporta el mayor número de quejas, concentrando el 51% del total de éstas, donde los establecimientos comerciales como bares, tabernas y discotecas violan los límites de decibeles permitidos por las normas
Pero quizás la mayor problemática de contaminación por ruido la viven desde hace varios años los habitantes de las localidades de Fontibón y Engativá, quienes están obligados a soportar el ruido generado por las actividades y operaciones aeronáuticas, que se desarrollan en el Aeropuerto El Dorado.
El alto flujo de operaciones aéreas que presenta dicho aeropuerto, genera impactos especialmente en las comunidades que viven a su alrededor, con la exposición en forma permanente a niveles de ruido que superan los 100 decibeles dB, sobrepasando los máximos permisibles en zonas residenciales.
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